6 de octubre de 2009

Charapeando


"...Con el vivificante néctar materno que ingeríamos comenzamos a escucharlas y asimilarlas, desde entonces jamás nos desprendimos de ellas..."

Este genial fragmento extraído del "Compendio de vocablos amazónicos I", de Augusto Rodríguez Linares, me hace envidiar a las decenas de miles de niñitas y niñitos selváticos que crecen aprendiendo inconscientemente el copioso glosario amazónico que al juntarse con el español y con la peculiar cadencia charapa al hablar, origina un único, gracioso y enriquecedor estilo de comunicación oral en el mundo.

Sumergirnos en una conversación con un oriundo de la Selva puede terminar en una parcial o total incomprensión, al vernos acorrolados por innumerables palabras que ni en sueños hemos oído. Y la vergüenza puede aumentar, si a nuestro interlocutor se le ocurre preguntarnos algo sobre su parlamento, cuando solo entendimos que se llamaba "Fuan".

Por esto me apiado de muchos, incluyéndome en el pasado, y enlisto algunos términos muy usados que mejorarán nuestra experiencia cuando visitemos la Amazonía.

Uuuuuuuuu: Expresión para llamar en las casas.
Ahicito : Muy cerca
Verjelear : Parrandear
Víctor Díaz : Pajarito que al cantar dice ese nombre.
Tunchi : Alma del difunto
Alaocito : Me da mucha pena..!!
Uyasapa : Cara grande
Kiminguear: Comer de uno y otro plato.
Pishir : Orinar
Ponguete : Pálido amarillo
Ocotear : Practicar el sexo
Idencito : Igualito a él
Ishapatero: Que orina mucho.
Oñoñoy : Homosexual
Lenguasapa: Chismosa
Chongo : Prostíbulo
Ullo : Pene
Ayau : Ay... que dolor
Pichanga : Violación de una mujer por varios hombres.
Shinela : Sandalia
Cushpandero: Madrugador
Sheretear : Enamorar
Pishcota : Inquieta
Picho : Vagina
Huahuito : Bebito
Ñaño(a) : Hermano(a)
Ñeque : Puñete
Tingote : Golpear con los dedos de la mano.
Sisurro : Lleno de sizo (comenzón, hongos)
Tacachear: Hacer el amor entre mujeres.

Esta es la primera lista de vocablos amazónicos, alguna consulta, pedido, duda o sugerencia, háganla llegar.

3 de octubre de 2009

Experiencia anfibia


El solo ver cómo agitaba esa lenguita tenebrosa me acobardaba.

El solo ver ese movimiento sinuoso en el cuello de su despreocupado dueño me hacía retroceder, me enmudecía, me trasladaba a los documentales de la National Geographic y sostenía con mayor certeza que ni loco la tocaría.

Me convertía en el hazmereír. Niñas pequeñitas, sin miedo, desfilaban como si se tratara del "programa del vaso de leche" palpando esa piel verde escamosa, contraida quizá por la tensión, esperando que sus no muy convencidos padres, gasten 1 sol, para posar con el aparentemente manso animal.

Pasaban los minutos y el público mirón más me incitaba a despojarme de mi "momento sensible" y de una vez por todas, vencer el famoso miedo, que tanto se molestaron enseñarme en mis cursos de oratoria.

Recordando algunas técnicas de respiración y otras estupideces que nunca me han funcionado, fui invadiendo el espacio de "Charito" o "Mercedes", si es que así dijo que se llamaba la boa, tomando confianza con ella, distrayendo mi mirada de su lengua escarapelada y tomando valor, que era lo que necesitaba sobre todas las cosas.

"YA", le dije, póngala de una vez. "NO, NO, NO, un ratito", me mariconié una vez más.

Cuando por fin me decidí, ya no había público, solo mi fotógrafo personal y el paciencioso dueño, que en una acción rápida, colocó ese cuerpo suave-duro, sobre mi delgada clavícula.

La verdad, prefiero comerme un plato inmenso de garbanzos que volver a repetir ese momento.
Prefiero hacer la tarea del profesor de matématica de mis épocas de colegio, que cargar esa pesada víbora, que se astringía más con el paso de los segundos.

De todos modos una anfibia experiencia para mi recargado álbum de fotos.