5 de enero de 2009

Carretillero de profesión


Lo veía cansado.

El sudor que dibujaba su nariz reflejaba lo duro de la jornada. El día recien comenzaba pero sus ojos me mostraban que sus fuerzan dudaban.

Me ponía en su lugar y murmuraba que ni la costumbre, ni la buena comida me ayudarían a realizar ese tipo de trabajo.

Cuántas cajas y bolsas y qué más cosas.

La vida va más allá de una oficina.

La vida no es la de las universidades, ni de los institutos o de los colegios, pensaba cuando veía su esfuerzo para avanzar centímetro a centímetro.

Me llamo Juan Peña y tengo 53 años, dijo. Era un tipo cobrizo, cabello hirsuto, de caminar quebrado, quizá porque el peso de tantos años no solo ha quebrado su conciencia sino además sus fuerzas y su cuerpo.

¿Cómo soporta tanto peso?, ingenuamente pregunté.

Esperaba una respuesta vaga.

Pero más fue la sorpresa que me llevé.

"Peso, esto no es peso. Lo que llevo dentro de mí, es el peso más agobiante. El peso de no sentirme libre en mi país. El peso de la tiranía de nuestro gobierno."

Yo no sabía qué decir. Atiné solo a mover la cabeza y despedirme.

Camino a casa no dejaba de pensar en su respuesta y en las cosas que del mundo no entiendo.

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