29 de julio de 2008

Cicatriz

Esta es la historia de un muchachito, que si quieres también puede ser muchachita.

Tenía un mal carácter.

Martes, señalaba su calendario digital, uno de esos adelantos tecnológicos para sacarnos dinero. Su padre le dio una bolsa de clavos y le dijo que cada vez que perdiera la paciencia, debería clavar un clavo en la puerta- porque ojo que también se pueden clavar otras cosas y a otras cosas- (sin alusiones).

El primer día, el muchach@ clavó 37 clavos detrás de la puerta.

Las semanas que siguieron, a medida que aprendía a controlar su genio, clavaba cada vez menos clavos.

Descubrió -así como Cristóbal Colón, o es Américo Vespucio- que era más fácil controlar su genio que clavar clavos detrás de la puerta.

Hasta que llegó el día que pudo controlar su genio.

Después de informar a su padre, éste le sugirió que retirara un clavo por cada día que lograra controlar su carácter.

Los días pasaron y el muchach@ pudo anunciar a su padre que no quedaban más clavos para retirar de la puerta...

Su padre l@ tomó de la mano, l@ llevó hasta la puerta y le dijo:

"Has trabajado duro, hij@ mí@, pero mira todos esos HOYOS en la puerta. Nunca más será la misma."

Yo soy poco de estas historias, pero dentro de todas, hasta ahora leídas o escuchadas, es la que más me llegó. ¿Y a ustedes?

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